- Saltar a la cuerda.
- Comer caramelos o galletas a escondidas.
- Vestirme con vestidos cortos y pantaletas combinadas.
- Llorar ante la inminente visita al doctor.
- Pelear con otro por un juguete.
- Jugar con muñecas.
- Conducir carritos a control remoto.
- Correr detrás de otro para divertirme.
- Tener pavor al dentista.
- Ducharme hasta que los deditos de pies y manos se me arrugaran.
- Prender y apagar la luz para ver si podía predecir el instante preciso en que la luz iluminaba el bombillo (siempre decía “ya” cuando la luz brillaba en todo su esplendor o en la más oscura de las sombras).
- Comer a juro, aunque la comida no me gustara.
- Ir a dormir, aunque quisiera estar más tiempo despierta.
- Ver insectos fluorescentes que me perseguían sólo a mí.
- Pintar con creyones cualquier cosa que me provocara en una hoja blanca.
- Leer un libro sin saber leer.
- Pensar que todo el mundo en todo el mundo vivía como mi familia y yo, sólo que se vestían distinto.
- Ponerme unos zapatos rojos, aunque la ropa no me combinara en lo absoluto, sólo porque me gustaban mucho.
- Jugar con miedo con las costricas que se me formaban en los raspones en las rodillas.
- Mirar embelesada a mi papá mientras se afeitaba la cara.
- Mirar con ojos de tesoro las pequeñas cosas que mi abuela guardaba en su lindo secreter.
- Admirar con sorpresa la gaveta de maquillaje que tenía mi mamá.
- Querer crecer rápido para poder saber antes cuán grande iba a ser cuando fuera grande.
- Jugar con los zapatos de mi mamá.
- Recostarme al lado de las cornetas para poder oir la música y sentir el cosquilleo de la membrana de la corneta en mi espalda.
- Hacer una tienda de campaña improvisada en un cuarto.
25 de julio de 2007
Cosas que hacía y ya no hago
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1 comentario:
Me enternecieron tus recuerdos, felicidades. No todo es un adios siempre que nos mantengamos convencidos que los bichitos fluorescentes siguen persiguiendonos (solo a nosotros)
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