12 de febrero de 2007

Al otro lado del espejo



Como cada mañana, lavo mi cara.
Y al levantar la mirada la veo allí, frente a mí, parada.
En su escurrida superficie, ella también se lava la cara.
Y se me queda viendo fijo, casi como con mi mirada.

No la conozco, ni sé lo que hace.
Sólo sé que coincidimos en un instante, ese, en el que compartimos imagen.
Pero luego, cada quien hace lo que le place.
Y ella se lleva consigo mi imagen.

Me imagino su vida completa, con un trabajo importante y una vida perfecta.
Pero nunca he cruzado palabra con ella.
Así que su vida me la imagino y me la reinvento entera.

Y allí que hoy, como siempre, la veo a ella, quieta.
Su cara a la mía refleja.
Y su vida, de la que nada conozco, como cada día, se aleja.

A veces me pregunto si ella durante el día de mí se acuerda
O si sólo en mi espejo, esperando, se queda
Sólo porque le gusta que yo, a ella, la vea.

A veces me pregunto si ella es, como dice la gente, fiel reflejo de mi imagen.
Y en otras me pregunto si no seré yo la que refleja la viva imagen de ella.
Y así, quizás sea yo la que en verdad vive al otro lado del espejo con una vida perfecta.

1 comentario:

Gloria dijo...

Mundos paralelos, ambos verdaderos, cuantos mas habra?

Te dejo aqui un sueño de Jung, que me conto una vez un amigo blogguero. "Jung soñó que se encontraba frente a un yogui, el cual estaba en posición de flor de loto, en estado de meditación; cuando Jung, en el sueño se acerco al monje pudo ver claramente que el rostro era igual al suyo. Despertó. Entonces concluyo que el yogui había soñado y él, Jung, era su sueño, en cuando despierte el monje - pensó Jung - he de desaparecer."