29 de abril de 2007

Aventuras en la cotidianidad

Dicen que la rutina mata cualquier relación.

Dicen que loro viejo no aprende a hablar.

Dicen que los idiomas se aprenden mejor cuando uno tiene un aliciente.

Dicen que nunca es tarde para empezar.

Dicen que lo que uno quiere lo puede lograr.

Dicen que cad aoveja con su pareja y cada loco con su tema.

Dicen, dicen, dicen.

Se dicen taaaantas cosas! Pero en estos días vamos a poner a brueba los enunciado que les dije antes: por petición oficial de mi novio, desde hoy y hasta el martes en la noche me sale hablarle hablarle sólo en francés. Tiene la firme intención de recuperar su perdido francés y de aprender conmigo, su novia, poco a poco todo lo que deba saber para desenvolverse en francés.

Así, ni rutina, ni loro viejo, ni falta de aliciente: esta relación la meneamos, desde la raíz, para romper barreras personales y poner a prueba refranes. Quién hace eso sólo por gusto, en el ánimo de "probar cosas nuevas" o, simplemente, por joderse la cotidianidad? Heme aquí, a ve rqué me cuentan ustedes!

Paris, otra vez

Es como la tercera o cuarta vez que la visito. Es como la tercera o cuarta vez que la descubro. Cada vez que voy a Paris me voy con "tarea pendiente": se me quedan rincones y calles, museos y actividades por conocer.

Esta vez fue por asuntos de trabajo, la vez anterior fue por turismo pero me llevo a sincerarme conmigo misma, la vez anterior fue por puro gusto y muy breve.

De Paris, cada vez, me traigo cosas lindas y feas, cosas ruidosas y tranquilas, cosas grandes y chiquitas, olores fuertes y sutiles. Siempre me traigo algo más que sólo lo que traigo en la maleta, que sólo los recuerditos para la familia, que sólo el acento en mi francés fluido.

Y de este viaje me traje: un enamoramiento profundo de las plantitas que se apropian invasiva y salvajemente de los huecos que quedan entre las juntas de las losas de cemento de las aceras; el olor del Sena mientras caminaba cerca de él para salvar la distancia de un puente a otro con la mitad del ruido de arriba y un 10% de los peatones y bouquinistes; el calorcito del sol que se declaraba osadamente en plena primavera; los destellos de Notre Damme, La Concorde, El Palacio de Cristal y la Tour Eiffel en medio de las estatuas del puente Alejandro III; las largas tardes cuasi veraniegas que llegaban hasta las 8 pm...

... y la sensación de que Paris es como una gran señora que siempre se queda feliz de que uno la visite pero le gusta tener todo en orden para recibirlo a uno con un gran café, en un tazón, en medio de su salón.

(Les debo las fotos, ya las publicaré prontito...)

23 de abril de 2007

La tierra de nadie

Alguien me dijo una vez, hablando del evento que dió origen a lo que hoy es su país, que Bélgica nació "de mútuo acuerdo", por así decirlo.

Me contaba este belga de nacimiento, flamenco antes que belga, según él mismo, que hace muchos años, los ingleses decidieron invadir y conquistar para sí lo que en la época era un pedazo de Holanda. Luego decidieron hacer lo mismo con los franceses, mientras estos peleaban con los alemanes. Luego, los alemanes querían reclamar para sí lo que los ingleses defendían como suyo en el continente europeo, en lo que era la antigua holanda.

tras mucho luchar los 4 países entre sí, se dieron cuenta de que se estaban afectando inútilemente y que lo mejor sería que siguieran sus luchas territoriales pero en un llamado "punto neutro", un trozo de tierra que los cuatro pudieran usar para pelear contra los demás sin salir afectados...

... y el "punto neutro" era un gran trozo de tierra cultivable, bañado por el Mar del Norte, lleno de campesinos y plantíos. Sería ese trocito de tierra, mucho más pequeño entonces, lo que se convertiría en la que hoy conocemos coo Bélgica.

22 de abril de 2007

Los taxistas acá y allá

Acá todos corren, se precipitan. Las mujeres taconean fuerte, mucho, a gran velocidad. Los niños caminan a su ritmo y los adultos los llevan halados de una mano y diciéndoles "dépêche-toi, on va en retard!" (apúrate, vamos retrasados). Los jóvenes se escurren agresivamente entre dos personas para llegar 5 nanosegundos antes a la puerta del tren, no importa si en el camino se tambalea una viejita. Piden disculpas y siguen...

Y los taxistas son más precipitados aún. van con el taxímetro puesto y no se saben ninguna dirección de todo el vasto Paris. Extraño a los taxistas londinenses que deben estudiar por años planos y mapas de Londres porque si no pueden responder cual es la ruta más corta yt más efectiva para unir 2 puntos cualesquiera de la ciudad, no aprueban el examen. Un examen que pueden presentar 2 veces seguidas y luego, si vuelven a fallar, no podrán presentarlo hasta después de 3 años... o algo así.

Acá los taxistas son casi todos extranejros, igual que ne Londres, pero son mucho más malhumorados. Como no se saben la ruta, parece que se molestarn consigo mismos. Pero como no se hablan a sí mismos, cuando le hablan a uno casi le gritan, le gruñen, le protestan y le reclaman. ¿Pero qué quieren que yo haga si soy turista y voy en un taxi? ¿cómo les explico cómo meterse del aeropuerto al hotel si soy turista? Les doy la dirección, tienen un GPS y pueden ponerle la dirección exacta la GPS... si tan sólo supieran usarlo! Y todavía me reclaman a mí, me vociferan a mí, me hablan con mala espina y van refunfuñando por todo el viaje...

Extraño tanto a mis taxistas venezolanos, sinceros y avispados. No tienen GPS y si no saben la dirección, te preguntan si sabes cómo llegarles. Si les dices que no sabes bien, te dicen que no importa, que saben llegar hasta X punto y luego los guias tú y si no, preguntan. No llevan taxímetro y te pueden desfalcar si te ven cara de desfalcable, pero también puedes negociarles la tarifa, cosa impensable en otros lados.

Son muy raros los que te gruñen o los que te ladran una respuesta. Y, sobre todo eso, con un taxista puedes hablar de lo que te venga en gana: el tráfico infame de ayer en la tarde, el clima cambiante que lo deja a uno loco, la política nacional -y con suerte la internacional-, los asuntos de la economía interna y la sociedad, cultura y ocio, música y entretenimiento... y hasta hechos curiosos de la ciencia moderna.

Aunque en Paris son más ordenados al manejar, me dí centa de que los taxistas allá también desordenan el tráfico para manejar con más velocidad. Así que no hay mucha diferencia. Salvo en el estado anímico general que te acompaña durante una carrera.

Me quedo con los taxistas venezolanos. Y es que a mí, un taxi en Caracas me parece una visita al psiquiatra, un recodo de familiaridad fuera de la familia. Porque hay taxistas que han hecho catartsis manejando mientras me contaban cosas que todavía no sé cómo salieron a colación. Y nunca se sintieron que yo era una absoluta extraña en su vida, no digna de saber de los más emotivos capítulos de su vida!

L'ironie de ma vie...

(Lu et écrit le 4 avril 2007)
Dans un train SNCF:

Les 4 places ci-dessous sont réservées, par priorité:
- aux mutilés de guerre
- aux aveugles civils, aux invalides du travail, aux infirmés civils.
- aux femmes enceintes et aux personnes accompagnées d'enfants agês de moins de 4 ans.
- aux personnes agês de 75 ans.

(Leido y escrito el 4 de abril de 2007)
En un tren de la SNCF (Sociedad Nacional de Vías Férreas de Francia)

Les 4 puestos aquí abajo están reservados, por prioridad:
- a los mutilados de guerra
- a los ciegos civiles, los inválidos por accidente laboral.
- a las mujeres embarazadas y a las personas que van acompañadas por niños menores de 4 años.
- a las personas con 75 años de edad.

Y tal parece que en Francia, cuna de los derechos del hombre y el ciudadano y de la igualdad, libertad y fraternidad para todos los hombres y mujeres, hay ciudadanos que no son tan iguales o no son tan meritorios de respeto como otros.A saber si una mujer embarazada tiene menos derecho a sentarse (por el simple hecho de que andar con una vida y su peso dentro de sí puede cansar físicamente) que 4 mutilados por una guerra inútil... a saber si los ciegos civiles son menos mutilados que los mutilados de guerra... a saber si los impedidos por un accidente laboral son menos valiosos que los que perdieron algún miembro en una guerra... a saber si los viejitos son tan inservibles que van de últimos en la lista, después de toda una vida entregada a la patria criando hijos para la nación, trabajando para la nación y preocupándose de hacer ver los buenos usos y las buenas normas que dignifican a una nación...

Es que, a veces, mucho más visible en los hechos que en las normas escritas, en Francia hay ciudadanos que no son tan iguales a otros...

Un mapita

-"¿Estamos caminando bien o estamos caminando en balde?"(Comentario oido en la corte central del castillo de Versalles, de manos de una turista muy cansada por los adoquines de la calzada.)
-"Claro que estamos caminando bien, para allá son las residencias de las Mesdames y el Delfín, esta es la entrada de las estancias de Maria Antonieta... Mira, mira aquí en el mapita, lo ves? Y estamos acá"

Y en la vida, si uno tiene ese tipo de pregunta, ¿quién se la responde? ¿Quién tiene un mapa para guiarnos?

He descubierto que hay cosas que no tienen respuesta. Y también que, aunque no lo creamos, aunque nos sintamos perdidos, la vida siempre nos lleva por el mejor camino para nuestro aprendizaje. Y sé que mientras más ilógico nos parezca algo de nuestro pasado en nuestro presente, más profundo fue el aprendizaje.

Nada, que por ahí es, según dice el mapita. Lo que no me queda claro es el tiempo que tarde en recorrerlo. Creo que todo depende de cuánto entusiasmo tenga para caminar sobre tanto adoquín irregular. Así se aligera el trecho, ¿no es verdad?