26 de junio de 2007

Adverbios, no verbos

Vivir, sí, pero no de cualquier modo. Vivir...

Apresuradamente Brevemente Cómodamente
Negativamente Virtualmente Sexualmente
Rápidamente Asfixiantemente Genialmente
Apasionadamente Reflexivamente Tontamente
Malamente Genialmente Pacificamente
Absurdamente Corrientemente Angustiosamente
Caprichosamente Ocurrentemente Excepcionalmente
Indefinidamente Coherentemente Armoniosamente
Salvajemente Intensamente Suficientemente
Sobradamente Ingenuamente Optimistamente
Acompasadamente Lúcidamente Desmesuradamente
Simplemente Plenamente Complejamente
Translucidamente Agresivamente Dichosamente
Provechosamente Exclusivamente Sabrosamente
Gozosamente Abiertamente Infamemente
Deslealmente Atrozmente Gregariamente
Infantilmente Soezmente Piedosamente
Miserablemente Generosamente Desmedidamente
Completamente Catastróficamente Turbulentamente

Vivir, todo un menú para escoger...

15 de junio de 2007

Vuelvo

Para Lucy.

Vuelvo a mi tierra...

A esa donde los colores son como no los han pintado.
A esa donde los plátanos saben a plátano.
A esa donde las flores huelen a lo más cuidado.
A esa donde en su tierra mis afectos he guardado.

Vuelvo a mi tierra hoy, luego de tantos años...

A ver a mi padre encanecido y desgastado.
A ver a mis tías que me mimarán como cuando yo tenía 12 años.
A ver a mis amigos, los que me quedan luego de tanto andado.
A ver a mis difuntos, que la tierra me ha robado.

Vuelvo, hoy vuelvo a mi tierra...

A llenarme los pulmones del aire que no he olvidado.
A llenarme las manos de los sueños que tengo hilados.
A llenarme la vida de cosas nuevas.
A llenarme el corazón de calma perfecta.

Vuelvo.

Y como vuelvo despues de tanto, quiero quedarme en esta gruta
Y quiero oler los cuentos en las estufas.
Y tejer miradas en las penumbras.
Y guardar conmigo cada tertulia.

Porque sé que he de partir...

Y sé que al partir pierdo
Y que al partir vuelvo aunque me alejo.
Y que el cuento que hoy me llevo
sólo me servirá para llegar más lejos.

Vuelvo... para poder volver a mí.

13 de junio de 2007

Padre Robin que estas en los cielos

Hace ya mucho tiempo que el Rey Ricardo (el de corazón tan grande que hasta lo apodamos "Corazón de León") se fue para las cruzadas. Nuestro bienamado rey nos dijo que Su Majestad debía partir pues era innoble de su impostura enviar delegados y no procurar él mismo un buen resultado de la refriega para vencer a los moros que querían invadir a un país vecino. Nos dijo que al partir no nos abandonaba, sino que se entregaba, más que nunca, al reino al que se debe pues tras vencer a los moros en España, nosotros seríamos mucho más fuertes. Así mismo, nos informó que nos dejaba en manos de su hermano, el principe Juan.

Y allí empezaron nuestros problemas. Este Rey Juan, el "Rey Pelele" como lo hemos apodado, no ha hecho sino dejarse llevar por lo que le recomiendan los consejeros que reemplazaron los que dejara su hermano... y algo de su postura personal, a la que él da en llamar "inspiración divina". Creo que no es verdad porque el mismo Dios que él alega le habla en sueños le hablaba a nuestro sabio Rey Ricardo y los resultados de la Conseja Suprema no son ni remotamente parecidos. Creo que el Rey Juan adolece de "sordera divina".

Como no fuera bastante el magno egocentrismo caprichoso del que hace gala el infame reemplazo de nuestro noble Rey, apareció en el camino del Rey Juan un lambiscón consejero que se encargó de modelar la política económica y de impuestos de nuestro otrora boyante reino: El Sheriff de Nottingham. Convenció al Rey Juan de seguir sus brillantes estrategias para gobernarnos más eficazmente. Nos llenó de impuestos y multas por no pagarlos.

En medio de los impuestos que nos ahogan, los castigos ejemplares que nos impone el rey por no pagar los inmensos impuestos y su ostentosa vida de lujos y festines que no cesan de crecer para impresionar a visitantes extranjeros, hemos oido recientemente que hay un cierto "forajido" (me encanta que lo llamen así, significa que el Rey Juan le tiene suficiente miedo como para declararlo persona digna de que su guardia lo persiga y lo aprese) que ha asaltado a los ricos nobles en sus paseos y viajes y reparte el botín entre los más pobres. Todavía ese "forajido" no ha llegado a mi pueblo, pero ya su nombre, rotundo, se ha hecho conocido: Robin Hood.

Lo que más me alegra de este Robin Hood es que es un noble al que el Rey Juan despojó de sus títulos y bienes simplemente porque no quizo plegarse al "reinado de Juan" y dijo que él permanecería fiel a la memoria de nuestro antiguo Rey, Ricardo Corazón de León. Cuentan los que saben la historia, que ese gesto de Hood hizo rabiar tanto al Rey Juan que de la desesperación empezó a llamar a gritos a su difunta madre y, acto seguido, decretó que le fueran confiscado los bienes y los títulos a Sir Hood. Desde entonces, Robin Hood ha tenido que vivir en los bosques.

Me han dicho que está muy cerca de mi pueblo ahora, que los tropas del Rey le siguen los pasos muy de cerca y que él los logra birlar siempre. Yo rezo para que el Cielo lo proteja y sea su justicia la que prevalezca mientras nuestro rey Ricardo regrese. Así que, si me lo permiten, voy a rezar porque sigo esperando que se me aparezca por ahí.

"Padre Robin que estás en los cielos..."

11 de junio de 2007

Resistir

Resistir...
... por lo que sea,
... como sea,
... cueste lo que cueste,
... sorteando todas las dificultades,
... con el único objetivo de no hacer lo que el ego personal me pida, sino lo que es más justo.

Son tiempos turbios en el país pero no es de la lucha política o social de la que hablo aquí. No empiecen, pues, a juzgarme por tomar una posición u otra frente a RCTV. Tengo mis ideas bien formadas al respecto y ninguna es tema de este blog. Hoy estoy con el tema laboral a cuestas, hablándome a mí misma, contándome a mí misma la historia. Creo que así, finalmente, podré entenderla y dejar de cuestionarme el por qué me metí en esto y para qué me sirve haberme metido aquí.

El asunto me ha valido hasta para apodo: "mi sindicalista bella". No voy a decir quiénes me lo dicen, pero sólo me vale para decir que cuando quiero, puedo. Y esta vez, estoy en plan de defender mis derechos... aunque me tenga que leer 2 libros de leyes laborales para poder entender de a pocos todo lo que tengo, debo tener, debería tener y que me han otorgado, escamoteado y negado.

Lamento la ausencia. Esto y la falta de internet que no me ha permitido colearme por la internet, me ha tenido un tanto alejada. Pero ya van sabiendo por qué...

8 de junio de 2007

Uno aprende

Hace hoy justo un mes, recibí de manos de una amiga que la vida me regaló en una época en la que nos separaba el Océano Atlántico, casi la totalidad de Suramérica (ella vivía en Chile) y un buen trozo del continente europeo (yo vivía en Bélgica), un correo emotivo. La carta dice así:

"El siguiente texto lo escribí el 1 de abril de 2003, 4 meses después de haberme mudado a Chile. Cada una de ustedes lo está recibiendo por una razón distinta que, estoy segura, cada una entiende.

Una de las sensaciones más incómodas es esto de que las calles estén vacías de recuerdos, ni siquiera se parecen a algo conocido. No se tiene ningún pasado en ellas, no tienen historia, no tienen nada. Todo hay que construirlo. En las calles uno trata de ajustar las caras a rostros conocidos. Uno sabe que es imposible, y sin embargo, de pronto uno piensa que ve a Maribel Camacho o a Luis o a quien sea, en el intento desesperado de conocer alguna cosa, alguna persona en este país.

Los sabores son todos distintos. Tal vez es porque no sé cocinar y no conozco los secretos culinarios de mi familia. La única cosa que me ha sabido más o menos a casa son unos espaguetis con ketchup y queso parmesano. Pero nada, ni el pan, ni la carne, ni las ensaladas... nada, me sabe a casa. Ningún sabor me es familiar.

(...)

(...)

(...)

Con el tiempo, la vida se va llenando de dolores. Yo antes me quejaba porque decía que no tendría nada que contarle a mis nietos. Ahora me avergüenzo de tantas de las cosas que he hecho, que pienso que era mejor antes, cuando no tenía nada que contar."

La carta, como ven, iba dirigida a otras personas también. A mí, ella lo sabía, me iba a tocar muy hondo estos pedazos que seleccioné. Los otros 4 párrafos que la componen, para mí, no tenían referente. Las otras 6 mujeres que recibieron este correo tendrán su sentido personal y propio de estas líneas que dicen tanto de cada una, aunque lo haya escrito otra. Es ese mal hábito que tenemos los bichos que amamos la lectura de sentirnos reflejados en las letras, las frases, las palabras de otros, lo que nos conecta con tanto escrito y escritor. También puede ser que a mí me conecte con ella ese mal hábito que tienen las almas que se hablan entre sí y se entienden perfectamente aunque sólo se vean y no se hablen... espero que me entiendan.

El tema de ella es la nostalgia. Una nostalgia feroz que es capaz de convertirse en la sombra d euno, de dejar huellas profundas en la manera de ser y de actuar de uno. Luego de vivirla así, de sentir la nostalgia tan de cerca, de abrazarla tan hondo, a mí se me quedaron pequeñas fobias y ansiedades instaladas en el sótano de la mente, en el inconsciente que llaman los psicólogos y psiquiatras... .y he tenido que luchar contra mí misma, mi feróz sentido de supervivencia y protección y mis miedos para poder deslastrarme, lo ma´s qu ehe podido, de ella.

Se vive de la nostalgia, en la nostalgia y por la nostalgia, uno no sólo no encuentra sabor que se iguale con el de la comida que se comía en su tierra: uno busca entender por qué las cosas no saben como a uno le sabían. Yo me lo explicaba por la presión atmosférica, por la sucesiónd e estaciones y los plaguicidas. Pero llegué a comer cosas crudas para saber si sabían como me olían las cosas en mi tierra... nada sabía igual. No sé cómo diablos pasa, pero es así. Terminé resignandome, fue una de las primeras cosas que me dije a mí misma "más te vale que te olvides de esta estupidez y sigas adelante porque tú sabías que nada sería igual acá que allá". Pero cada comida, 5 veces al día (hábitos personales) me recordaban que yo no estaba en mi casa.

De esa nostalgia nunca escribí. Luz sí. Tengo un mes con ese correo en mis manos tratando de enfrentarme a mí misma en un soliloquio de nunca acabar. Ella me acaba de enfrentar con una de las estupideces que resultan más importantes para una vida plena: los sabores de la comida y el cómo la comida se vincula con el sentido de pertenencia que tenemos de un lugar. Feroz, Lucecita, simplemente feroz.

Es que, cuando uno deja su país, deja su ciudad, deja su pueblo o su villorrio, es inevitable, si uno lo dejó sin la convicción de que después de ese sitio nada podía ser peor, uno lo extrañara en sus formas, sus recovecos, sus rutinas, sus calmas y sus más odiosos hábitos. Uno extrañará hasta a la gente que no extraña (como decía Luz en otro párrafo de su carta que me pareció muy personal como para reproducirlo acá) y se vuelve la sombre de sí mismo. Uno se alarga, se disminuye, como las sombras en los ocasos en las calles empinadas... Uno pierde su sentido y su referencia en el mundo y se siente el defensor único de una raza extinta, de un pueblo muerto, de una manera de ver la vida. Nada es neutro, nada es indiferente. todo toma un matiz perverso de mala intención: la de recordarte a cada paso del camino (justo cuando tu dices que estás avanzando bastante bien, que te has adaptado bien, que te pega menos la nostalgia cada vez), que no eres del lugar. Se vive en la oscuridad del miedo a salir de la casa, de los peroles que uno conoce, del entorno en el que se mueve a sus anchas, porque sabe que todo afuera te recordará loq ue ya no tienes...

Y, como fuera poco, uno se llena de culpas, se atribuye culpas inexistentes!! Por eso Luz declara en su carta que le avergonzará decirle a los nietos tanto dolor vivido. Eso, ella y yo lo sabemos, es algo qu econ la edad desaparecerá, que no tiene referente concreto, que no tiene razón de ser y el tiempo es el ser qu enos devuelve la razón. Pero nadie que no haya vivido eso, puede imaginarse someramente el dolor punzante que se acumula en el corazón y que termina por lapidar el alma diciéndole "por tu estupidez y tu necia idea de venirnos para acá es que estoy así". Uno se autoculpa por todo, se siente responsable de todo, y por esa mala gestión de emociones y argumentos se sabe poca cosa. Acaba uno por evadirse a sí mismo y evita hablarse porque, de inmediato, sale el amargo corazón a reprocharle, al alma y la razón, uno tras otro todos los dolores que soporta cada día, a cada hora, en cada sitio. Y uno concluye que se estaba mejor antes, como un capullo de rosa dormido, ingenuo y sin nada que contar. Siente que el dolor se acumula, como bien decía Luz en su carta.

Hoy, en perspectiva, cada una en un sitio que puede llamar "casa", con sólo un continente de separación (estamos de punta a punta en suramérica), podemos hablar tranquilamente de estos pasajes en los que sentimos que no somos nosotras. Son pasajes de nuestras vidas en los que nos habíamos, jamás mejor dicho, alienado, enajenado de nosotras mismas. Recuerdos que quedan como piedras que marcan un punto importante de nuestro camino. Nada de lo que debamos avergonzarnos, ni que constituirán una vergüenza para nosotras después, pero son duros referentes a los que volvemos la mirada a cada tanto, tratando de evitar los pasos que nos llevaron a ellos...

... es una lucha consciente, personal, con o sin terapeuta, que no terminará jamás porque cada día uno aprende.

7 de junio de 2007

Recuento de un amor antes de partir de viaje

Me encontré en estos días con un paquete de cartas. Como los paquetes “de antes”, éste tenía el sabor de un gran amor sin tiempo ni espacio. Un amor de esos, universales. La escritura es como las de las mujeres: cuidaditas, ordenaditas... ustedes saben!

No sé qué hacer con tanto amor junto y sólo me provocó compartir con ustedes un poquito de esas cartas. Son menudas, bien dobladitas con unas formas muy curiosas y van numeradas en una secuencia que alterna guiños, colores y números. Son lindas, ¿qué más quieren que haga con eso?

Nota sonriente: Para mi xxxxito (apelativo tierno.. .y tenía un muñequito sonreido, nada de números)

Por fin le veo el lado “simpático” a este largo viaje de 21 días... te voy a llenar la casa con tarjetitas para que las busques!!
Te lo advierto: sólo si ordenas el desastrico tuyo que sigue embalado las vas a conseguir...
Yo voy a seguir, tengo que escribir cositas lindas para que te entusiasmes ante tanto tedio.

Segunda nota: Te quiero mucho!!

Aqui, escribiéndote, me da por pensar en dónde te voy a esconder las notitas, y me hago angustias por saber cuál encontrarás primero.
Viéndolo bien, me digo, creo que las encontrarás en el orden en que debas hallarlas, ni más ni menos.
La vida te va preparando para las cosas que te pone. Te va dejando notitas aquí y allá y al final te recompensa con algo digno de tu sabiduría.
Y si en este vasto mundo tuve la dicha de encontrarte, sé que te vas a encontrar con todas mis notas.

Tercera nota: Pensándote (La carta está escrita en un papel marrón)

Este es uno de esos colores que no te queda bien. Así como el amarillo pollito. O las camisas con rayas horizontales (además, a mí no me gustan esos estampados, me parecen simplistas). O las chaquetas con cuello redondo porque te hacen ver con menos cuello del que en realidad tienes.
Estas son algunas de esas cosas que no debería decirte “porque te quiero”. Pero, creo, a veces hay que decirle las cosas a la gente en su cara, con dulzura, precisamente porque uno los quiere.
Gracias, por oírme sin enfadarte. Muchas más gracias por decirme, con firmeza y sinceridad, tantas cosas. Simplemente porque me quieres.

Sexta nota: 6 (no hay nada más) (la nota está hecha en un papel azul)

Tengo casi una hora en esto. ¡Pero me lo he disfrutado tanto!
De “postre”, te dejo la azul.
Es que, contigo, la vida me parece azul. Pero azul en español, no en inglés.
¿Sabes que “estar azul” en inglés, es “estar depre”?
Yo, contigo, me siento azul, pero a la castellana...
...todo es grande
...todo es tranquilo
...todo es fácil de contemplar.
Sé que estás sonriendo... y yo contigo, mi gran, suave e infinito corazoncito azul.
Te quiero en azul... sin tristezas ni melancolías.

Individualidad versus promedios!

En este país de misses donde me tocó vivir, en el que en cada esquina de la calle se puede ver un paisaje infinito de mujeres vistiendo a la moda, contoneándose en tacones que superan la ley de gravedad y la credulidad de cualquier traumatólogo o podólogo, donde abundan las manicures en uñas postizas (acrílicas, gel, etc.) o naturales, donde se hizo costumbre los cabellos muy cuidados y bien peinados, no resulta raro ver -con absoluta naturalidad- los “retoquitos” que mejoran (aún más) los atributos de las féminas de esta tierra que Colón bautizara como “de gracia”.

Los aumentos de senos han sido, junto con las operaciones para corregir narices que no resultan naturalmente respingadas, la cirugía plástica que más se ha difundido en Venezuela. Aún no termino de creerme -me gusta pensar que son exageraciones propias de mis coterráneos- que hasta se ofrece como regalo a las quinceañeras... “hija mía, qué prefieres: ¿una fiesta o un implante de senos?” La cosa, me aseguran, es real y los médicos se han visto obligados a hacer advertencias pertinentes sobre lo inadecuada que resulta la operación en las jóvenes que no han alcanzado los 18 años y no han completado su desarrollo. Yo, por puro uso común (que, como decía algún proverbio “resulta algo poco común”), deduzco que ese no debería ser un regalo ofrecido a ninguna mujer que no lo necesite por serios problemas de autoestima o de falta de senos.

Es que, ya lo he dicho antes, esas cirugías tienen sus riesgos para la salud. Pero, a juzgar por la dificultad que tienen las chicas que tienen más que una copa B para encontrar un brassier que se ajuste a su anatomía, el someter a una jovencita a semejante operación es encaminarla a una pesadilla de búsqueda sin fin.

Pero eso lo digo yo, como una humilde opinión, a pesar de que me ha tocado ser el “bicho raro” de la especie: soy una venezolana que no se alisa el cabello porque lo tiene lacio, no se lo recoge en moños porque lo lleva muy corto, no se hace manicures porque no soporta tener las manos quietas más de media hora esperando que se seque el esmalte, no se ha retocado su nariz prominente porque tiene carácter y forma consona con el resto del rostro, tiene una copa A y sufre, igual que las señoritas muy prominentes, de no poder encontrar un brassier a su medida porque, simplemente, no es como el promedio de copas B...

Así las cosas, me uno a las campañas de Khabiria por los sostenes lindos para las gorditas... pero yo lo lidero para las flaquitas! Que también tenemos derecho a soñar con encajes y colores, con plumas o transparencias, con piedritas brillantes o estampados... y no sólo en blanco, beige o negro sin adornitos de ninguna especie o tirantes con elásticos fantasiosos.

Porque los extremos se eliminan para los cálculos de los promedios, no significa que a las personas que no estamos en el promedio, de golpe y porrazo, nos eliminen las opciones o nos dejen en la sombra de lo inexistente.

¡Por un mundo de individuos y no de promedios, brassiers para las tallas pequeñas!