13 de junio de 2007

Padre Robin que estas en los cielos

Hace ya mucho tiempo que el Rey Ricardo (el de corazón tan grande que hasta lo apodamos "Corazón de León") se fue para las cruzadas. Nuestro bienamado rey nos dijo que Su Majestad debía partir pues era innoble de su impostura enviar delegados y no procurar él mismo un buen resultado de la refriega para vencer a los moros que querían invadir a un país vecino. Nos dijo que al partir no nos abandonaba, sino que se entregaba, más que nunca, al reino al que se debe pues tras vencer a los moros en España, nosotros seríamos mucho más fuertes. Así mismo, nos informó que nos dejaba en manos de su hermano, el principe Juan.

Y allí empezaron nuestros problemas. Este Rey Juan, el "Rey Pelele" como lo hemos apodado, no ha hecho sino dejarse llevar por lo que le recomiendan los consejeros que reemplazaron los que dejara su hermano... y algo de su postura personal, a la que él da en llamar "inspiración divina". Creo que no es verdad porque el mismo Dios que él alega le habla en sueños le hablaba a nuestro sabio Rey Ricardo y los resultados de la Conseja Suprema no son ni remotamente parecidos. Creo que el Rey Juan adolece de "sordera divina".

Como no fuera bastante el magno egocentrismo caprichoso del que hace gala el infame reemplazo de nuestro noble Rey, apareció en el camino del Rey Juan un lambiscón consejero que se encargó de modelar la política económica y de impuestos de nuestro otrora boyante reino: El Sheriff de Nottingham. Convenció al Rey Juan de seguir sus brillantes estrategias para gobernarnos más eficazmente. Nos llenó de impuestos y multas por no pagarlos.

En medio de los impuestos que nos ahogan, los castigos ejemplares que nos impone el rey por no pagar los inmensos impuestos y su ostentosa vida de lujos y festines que no cesan de crecer para impresionar a visitantes extranjeros, hemos oido recientemente que hay un cierto "forajido" (me encanta que lo llamen así, significa que el Rey Juan le tiene suficiente miedo como para declararlo persona digna de que su guardia lo persiga y lo aprese) que ha asaltado a los ricos nobles en sus paseos y viajes y reparte el botín entre los más pobres. Todavía ese "forajido" no ha llegado a mi pueblo, pero ya su nombre, rotundo, se ha hecho conocido: Robin Hood.

Lo que más me alegra de este Robin Hood es que es un noble al que el Rey Juan despojó de sus títulos y bienes simplemente porque no quizo plegarse al "reinado de Juan" y dijo que él permanecería fiel a la memoria de nuestro antiguo Rey, Ricardo Corazón de León. Cuentan los que saben la historia, que ese gesto de Hood hizo rabiar tanto al Rey Juan que de la desesperación empezó a llamar a gritos a su difunta madre y, acto seguido, decretó que le fueran confiscado los bienes y los títulos a Sir Hood. Desde entonces, Robin Hood ha tenido que vivir en los bosques.

Me han dicho que está muy cerca de mi pueblo ahora, que los tropas del Rey le siguen los pasos muy de cerca y que él los logra birlar siempre. Yo rezo para que el Cielo lo proteja y sea su justicia la que prevalezca mientras nuestro rey Ricardo regrese. Así que, si me lo permiten, voy a rezar porque sigo esperando que se me aparezca por ahí.

"Padre Robin que estás en los cielos..."

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