7 de junio de 2007

Individualidad versus promedios!

En este país de misses donde me tocó vivir, en el que en cada esquina de la calle se puede ver un paisaje infinito de mujeres vistiendo a la moda, contoneándose en tacones que superan la ley de gravedad y la credulidad de cualquier traumatólogo o podólogo, donde abundan las manicures en uñas postizas (acrílicas, gel, etc.) o naturales, donde se hizo costumbre los cabellos muy cuidados y bien peinados, no resulta raro ver -con absoluta naturalidad- los “retoquitos” que mejoran (aún más) los atributos de las féminas de esta tierra que Colón bautizara como “de gracia”.

Los aumentos de senos han sido, junto con las operaciones para corregir narices que no resultan naturalmente respingadas, la cirugía plástica que más se ha difundido en Venezuela. Aún no termino de creerme -me gusta pensar que son exageraciones propias de mis coterráneos- que hasta se ofrece como regalo a las quinceañeras... “hija mía, qué prefieres: ¿una fiesta o un implante de senos?” La cosa, me aseguran, es real y los médicos se han visto obligados a hacer advertencias pertinentes sobre lo inadecuada que resulta la operación en las jóvenes que no han alcanzado los 18 años y no han completado su desarrollo. Yo, por puro uso común (que, como decía algún proverbio “resulta algo poco común”), deduzco que ese no debería ser un regalo ofrecido a ninguna mujer que no lo necesite por serios problemas de autoestima o de falta de senos.

Es que, ya lo he dicho antes, esas cirugías tienen sus riesgos para la salud. Pero, a juzgar por la dificultad que tienen las chicas que tienen más que una copa B para encontrar un brassier que se ajuste a su anatomía, el someter a una jovencita a semejante operación es encaminarla a una pesadilla de búsqueda sin fin.

Pero eso lo digo yo, como una humilde opinión, a pesar de que me ha tocado ser el “bicho raro” de la especie: soy una venezolana que no se alisa el cabello porque lo tiene lacio, no se lo recoge en moños porque lo lleva muy corto, no se hace manicures porque no soporta tener las manos quietas más de media hora esperando que se seque el esmalte, no se ha retocado su nariz prominente porque tiene carácter y forma consona con el resto del rostro, tiene una copa A y sufre, igual que las señoritas muy prominentes, de no poder encontrar un brassier a su medida porque, simplemente, no es como el promedio de copas B...

Así las cosas, me uno a las campañas de Khabiria por los sostenes lindos para las gorditas... pero yo lo lidero para las flaquitas! Que también tenemos derecho a soñar con encajes y colores, con plumas o transparencias, con piedritas brillantes o estampados... y no sólo en blanco, beige o negro sin adornitos de ninguna especie o tirantes con elásticos fantasiosos.

Porque los extremos se eliminan para los cálculos de los promedios, no significa que a las personas que no estamos en el promedio, de golpe y porrazo, nos eliminen las opciones o nos dejen en la sombra de lo inexistente.

¡Por un mundo de individuos y no de promedios, brassiers para las tallas pequeñas!

1 comentario:

Lianka dijo...

Pues comadre, es porque no se si en el momento de escribir este comentario, has llegado a la senza.. es mi nueva adiccion, ropa interior bella (costosa claro), duradera, sexy o utilitaria dependiendo de la ocasion, y lee bien : TIENE TODAS LAS TALLAS! desde la xs hatsa la xl desde la 32-A hasta la 40-DD, cuando hay descuentos que llegan hasta el 40% me gasto la plata ahi.. No creas amiga hoy en dia nos consideran mas (sobre todo si las enfermedades que incluyen peso estan de moda y epidemia)un beso y sigo comentando..
Li