23 de octubre de 2007

Lluvia

Llueve sobre mojado. Ayer llovió un manantial. La tierra seca lo agradece. Hoy, llovió un galón. La tierra, aún mojada, lo agradece. Muchas plantas que van a nacer lo necesitan, muchas calles sucias se han lavado, muchas tristezas se han ido, muchos caminos se han esclarecido tras aplacar el polvo con el agua que ha caido del cielo. La lluvia tiene, para mí, un significado asociado con lo más visible de ella y con lo más místico que la rodea. Limpia y lava, aplaca y calma. Es el momento para reflexionar.

Hoy he visto la lluvia caer y, curioso, me ha dado tiempo para reflexionar. Y he visto lo que he cambiado en mi relación con la lluvia. No sé bien en qué momento dejé de considerarla aquel elemento de melancolía que me desataba una ansiedad interna y me movía las emociones, para pasar a ser este elemento de limpieza y contemplación.

Gota a gota empiezo a pintar un nuevo mundo para mí...

Libros

Grandes montones de papeles. Libros. Se apiñan en las mesas, se organizan en los estantes, se desperdigan en la mente. Muchos libros, algunos inaccesibles. Otros, simplemente inalcanzables. Tomos de saber. Innegables y vetustos. Modernos y contundentes. Asociados o desconectados. Libros. Cinco pisos de ellos. Me dicen que es una de las bibliotecas más grandes del mundo. La más grande antes de la de Alejandría. Filosofía, ingeniería, sociología, historia, psicología, matemáticas y cálculo, ciencias puras y no tan impuras coexisten en este galpón vasto donde el saber se organiza, se clasifica, se agrupa, se remite, se explora, se debate, se anula y se recrea en silencio....

Shhhh... Estamos en la biblioteca, hay que hacer silencio. ¿Será acaso para que nadie se dé cuenta de que el saber no está únicamente en los libros sino también en la cotidianidad bullente, trepidante, radiada y deslizante que corre en las bicicletas que transitan por las adoquinadas calles que rodean este “templo del saber”?

Shhh... Creo que algunos de los estudiantes más hábiles no lo saben, pero otros sí, dejémoslos que comparen sus descubrimientos con los únicos que no saben que afuera hay más lecciones que podrían dejarlos inutilizados: los libros.