25 de julio de 2007

Cosas que hacía y ya no hago

  • Saltar a la cuerda.
  • Comer caramelos o galletas a escondidas.
  • Vestirme con vestidos cortos y pantaletas combinadas.
  • Llorar ante la inminente visita al doctor.
  • Pelear con otro por un juguete.
  • Jugar con muñecas.
  • Conducir carritos a control remoto.
  • Correr detrás de otro para divertirme.
  • Tener pavor al dentista.
  • Ducharme hasta que los deditos de pies y manos se me arrugaran.
  • Prender y apagar la luz para ver si podía predecir el instante preciso en que la luz iluminaba el bombillo (siempre decía “ya” cuando la luz brillaba en todo su esplendor o en la más oscura de las sombras).
  • Comer a juro, aunque la comida no me gustara.
  • Ir a dormir, aunque quisiera estar más tiempo despierta.
  • Ver insectos fluorescentes que me perseguían sólo a mí.
  • Pintar con creyones cualquier cosa que me provocara en una hoja blanca.
  • Leer un libro sin saber leer.
  • Pensar que todo el mundo en todo el mundo vivía como mi familia y yo, sólo que se vestían distinto.
  • Ponerme unos zapatos rojos, aunque la ropa no me combinara en lo absoluto, sólo porque me gustaban mucho.
  • Jugar con miedo con las costricas que se me formaban en los raspones en las rodillas.
  • Mirar embelesada a mi papá mientras se afeitaba la cara.
  • Mirar con ojos de tesoro las pequeñas cosas que mi abuela guardaba en su lindo secreter.
  • Admirar con sorpresa la gaveta de maquillaje que tenía mi mamá.
  • Querer crecer rápido para poder saber antes cuán grande iba a ser cuando fuera grande.
  • Jugar con los zapatos de mi mamá.
  • Recostarme al lado de las cornetas para poder oir la música y sentir el cosquilleo de la membrana de la corneta en mi espalda.
  • Hacer una tienda de campaña improvisada en un cuarto.

1 comentario:

rolo ridder dijo...

Me enternecieron tus recuerdos, felicidades. No todo es un adios siempre que nos mantengamos convencidos que los bichitos fluorescentes siguen persiguiendonos (solo a nosotros)