11 de septiembre de 2007

La momia que seré yo

En la National Geographic de este mes hablan del descubrimiento de otra momia de la Edad del Hierro. Esta es la del Hombre de Tollund, un joven hombre que fue hallado en un pantano danés y cuyo posible origen inquieta aún más a los científicos, conocedores de que nunca encontrarán las respuestas ciertas a todo el misterio que le rodea.

"El hombre -o lo que quedaba de él- surgió de la turba en un pantano irlandés (sic) en el invierno de 2003. Su cabello conservaba el peinado que usó al final de su vida, muy corto atrás y de 20 cm de largo en la parte superior, donde se elevaba en un copete endurecido por resina de pino. Esto era sólo el inicio del misterio." (Karen E. Lange. National Geographic. Septiembre 2007.)

Así comienza este artículo que me puso a pensar en muchas cosas, incluido mi implaneable futuro. "¿Si a mí me encontraran en unos 1600 años qué encontrarían?" Y me he dado cuenta que no hemos cambiado mucho como especie humana. Ese hombre usaba una resina en el pelo, se cuidaba las manos, no tenía casi ropa cuando lo hallaron pero pudo ser de algún alto estrato de la sociedad a la que pertenecía. Murió, según una nueva teoría, por sacrificios rituales para honrar a los dioses. Es el único representante que tenemos de la sociedad a la que perteneció. Fue enterrado en un pantano, un sitio que su sociedad consideraba un portal entre dos mundos.

Seguí pensando en las cosas que descubren los antropólogos, científicos y hasta los vulcanólogos (con el caso de los restos en la extinta Pompeya) y me quedé pensando en lo frívolo que somos los humanos. Lo comentaba con alguien que me dijo "eso es parte de la naturaleza intrínseca del hombre". Y le creo. Somos así desde siempre.

Yo tengo un año y 8 meses en "modo indispensable" y casi todo lo que no fuera ni indispensable ni necesario me parecía frívolo. De un tiempo a esta parte empiezo a retomar ciertas cosas, me doy cuenta de otras y hasta empecé a hacer cosas que antes (hace 3 años) hacía con total normalidad. Estoy reconstruyéndome, ya lo he dicho. empiezo a interesarme por las cosas que me hacen lucir bonita, que me hacen lucir arreglada, que me llenan los sentidos del gusto, del tacto, del olfato o de la vista. Estoy llenándome de frivolidades. La florecita empieza a asomarse aunque el alma todavía no se encuentra acoplada al cuerpo y todavía no llega a su "aquí y ahora".

De todas formas, de ese encuentro con las momias saqué en claro que, de tener 1600 años más, si me hallaran en un grado tal de conservación, seguramente encontrarían:

1) Una piel correosa muy bien presentada (característica de las momias, no porque yo soy yo)
2) Un cabello cortado de manera uniforme (tan largo atrás como adelante)
3) Un peinado hecho a base de químicos de cadena larga, corta y zurcida.
4) Unas uñas arregladas, normal en una venezolana.

Si acaso mis ropas, de marcas variopintas y bastante masificadas, así lo permitiesen, no sacarían nada en claro sobre mi origen o mi estatus en la sociedad.

Y, aún así, sería el único representante de mi sociedad en ese curioso mundo futurista.

¿Hemos cambiado mucho?

2 comentarios:

3rn3st0 dijo...

¿Tu qué crees? Yo pienso que si, hemos cambiado y mucho, tal vez no como especie, morfológicamente hablando, pero de que hemos cambiado, hemos cambiado.

No me he puesto a pensar como sería mi momia, voy a hacerlo como un ejercicio a la imaginación.

Saludos momificados desde Barquisimeto :-)

Rodolfo dijo...

Sabes a mi me parece muy triste el destino de una momia. Tampoco quiero que me entierren.Lo mejor me parece es desaparecer como vinimos. De un polvo vinimos y en uno nos hemos de convertir.Al hacerlo volvemos a ser parte de un todo, parte de la tierra, parte de Gaia. Y eso me parece más bonito que estar encerrado hasta que te pudres o quedar encerrado en uno mismo por siempre o hasta que alguien te descubra y analice.