22 de octubre de 2007

La rosa-madre

Ayer la ví, con su cara de rosa blanca, fresca, clara, linda. Esa tristeza en sus ojitos me habló. La han maltratado, ayer me lo confesó. Su relación conmigo es muy tímida y ella no es muy abierta a hablar conmigo de nada sobre “eso”. “eso” se refiere a un hombre que la dejó, enamorada, por otra. Y la dejó esperando un bebé de él. Y la dejó diciéndole que él estaba seguro de que no la amaba a ella sino a la otra chica.

Ella, que tan dichosa se sentía por tene rese bebé que era no sólo de ella sino de él, se sintió perdida. Y se ha perdido varias veces. Primero se creyó culpable del fin de la relación. Luego culpó al bebé. finalmente, a la otra. Nunca a él. Nunca. No todavía...

Y ayer la ví, con su carita de rosa blanca, fresca, clara, linda. Como si el rocío no la abandonara nunca. Sostenía a su bebé lindo, luminoso, sonriente. Y esa tristeza de los ojos de ella hacía que él la mirara sin cesar, buscando consolar, aún sin palabras, a su madre triste. No me aguanté y ante ese cuadro íntimo sólo atiné a decirle:

“Este momento es para tí, tienes la capacidad de seguir adelante y ahora, después de un tiempo de que todo pasara, estás en un momento para tí. Eres como un rosal después de la poda. Estás hecha palitos y raices, no te quedó nada... en el exterior. Pero por dentro tienes toda la energía para producir las más bellas rosas... quiero verlas!”

Ella, como las rosas blancas, tímidamente sonrió. Entonces supe que estaría bien.

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