19 de marzo de 2007

Agua espiritual, agua física

Alguien me dijo alguna vez que el agua purifica. Lo decía en un sentido espiritual, no sólo físico.
Estábamos hablando de algunas cosas que parecen profundas pero, creo yo, son profundas porque no nos parecen obvias. Y claro, la purificación física que da el agua es el aspecto más evidente de ella: es agradable dejarla correr por el cuerpo y sentirla mojándote, untándote, limpiándote.

Pero a nivel espiritual, el agua limpia y purifica, según alguien me dijo ya hace un tiempo. Y me ponía como ejemplo los bautismos en las religiones, que se hacen con un ritual que contiene agua, como el bautizo católico, o el del mismísimo Jesucristo con el bautista Juan. Que no sé qué oficio curioso será ese de ser bautista y convencer a la gente que mojándose en las aguas de un río cualquiera, la gracia de un dios, el que sea, bajará por la cabeza y se meterá en el cuerpo humano. Pero como oficio, he de reconocerlo, es bastante innovador. ¿Será por eso que ahora sufrimos tanto los hombres? Es que, creo, ya no hay gente así de creativa.

Pero el agua, según los que entienden de esas cosas sutiles, limpia también el alma. Y por eso le aconsejan a uno bañarse y con el baño echarse perfumes, hacer ritos con inciensos o velas e incluso, hacerlo a ciertas hroas del día para recibir más beneficios del sol o de la luna. También recomiendan hacerlo en ciertos días del mes, para que los cambios de la luna o del sol incidan más en la persona.

Y también le dicen a uno que el agua debe de ser pura... aunque no sé muy bien qué sea puro en nuestros días en este planeta, con tanta contaminación, con tanto smog, con tanta basura y tanto desecho nuclear. Seguramente tenemos uranio diluido en el agua del grifo de la casa y no lo sabemos. De ese uranio que se les escapó a los científicos en sus experimentos nucleares y sus intentos por descubrir cómo es mejor botar esa "basura radiactiva". Pero, aún así, dicen los que saben de esas cosas sutiles que el agua debe ser lo más pura que se pueda.

Ellos, como saben tanto del alma, del aura y los cuerpos astrales y qué sé yo qué otras cosas más -que suenan todas muy interesantes- tienen ritos que cargan el agua con energías sutiles de esas que ellos, y más nadie, pueden ver. Debe de ser un agua muy especial, muy etérea, muy ligera, casi sedosa la de ellos.

Es que, a raíz de esa conversa, me picó la curiosidad lo de saber qué se sentiría cuqndo ese agua sutil te recorre el cuerpo. Y sólo por ver qué se sentía, me dí una ducha en estos días prestando mucha tención a cómo se siente el agua que tengo en mi casa. Fue allí que empecé a buscarle adjetivos, según lo que yo he experimentado antes. Y descubrí que era un agua untuosa, pesada, redondeada, compacta, olorosa a desinfectante con lejía, mojada... como el agua al fin, mojada. Así es el agua que conozco. Es que yo nunca había prestado atención a eso, siempre me pareció que el agua era agua pero resulta que así es el agua que tenemos en casa. bueno, el agua que me limpia físicamente.

La que puede limpiar espiritualmente no la conocía yo hasta esta noche.

Y descubrí que este agua es ligera, resbalosa, muy mojada, casi imperceptible, intensa, profunda, inodora, coloreada...

Era agua venida de mi corazón, de mi alma, que salía por mis ojos y corría por mis mejillas lavando no sólo mi cara sino mi alma y mi dolor, mientras mi cuerpo se mantenía de pie debajo de una ducha con gotas que limpiaban mi cuerpo con su untuosidad, su pesadez, su redondez y su olor. El agua física me hacía querer sentarme en el piso, porque el agua espiritual me había debilitado la capacidad de mantenerme en pie, pero tras gimotear profundamente un par de veces y de haber vertido chorros de ese agua espiritual tan profunda, logré reestablecer la fuerza física que me había disminuido esa ducha bautismal.

Y se me ocurrió pensar, justo en el instante en me soplaba la nariz, que no había nadie más limpio que yo en todo el mundo, precisamente porque no había nadie que se hubiera dado, en simultáneo, esas dos duchas.

Así que creo que sí es verdad lo que dicen los que saben: el agua limpia, purifica y, cosa curiosa, hasta te libera.

2 comentarios:

María Elisa Quiaro dijo...

el agua purifica, libera y cura.
tu casa es hermosa, vengo a menudo aunque no deje comentarios por apuro. hoy pasé con tiempo y te dejo un abrazo.
dime una cosa tu estudiaste idiomas?

Mafalda Libertad dijo...

Y sí, a veces libera más de lo que los que te aman creen.

Gracias por tus elogios, por tus comentarios, por tus visitas... te creo que no sean con marca incorporada pero sí sentidas, y te devuelvo el abrazo enorme! Quizás algún día nos lo podamos dar en vivo.

y con respecto a tu pregunta, sí. ¿Por qué? Quizás quieras contarme un poquito por el correo del blog..